La decadencia de nuestra falta de fe.
- Gerry Acuña
- 2 jun 2017
- 3 Min. de lectura
I Samuel 27.
El crecimiento espiritual es un proceso, en los evangelios y las cartas de Pablo se nos dice que la verdadera fe es una fe que crece. De la misma manera, al igual que la fe crece, también podemos decir que la fe decrece, si no tenemos cuidado de nuestra fe entonces corremos el peligro de deslizarnos hacia una vida de desesperanza e incredulidad.
La palabra de Dios es verdadera y muy honesta también, en ella podemos encontrar grandes héroes de la fe, pero la biblia también es muy clara con nosotros al decirnos que no eran los hombres y mujeres perfectos que todos piensan, en la mente del ser humano existe una idea errónea de que, “a quien Dios usa es a la gente perfecta” casi casi hombres y mujeres celestiales que nunca han cometido un error, esa idea viene de nuestro trasfondo católico, en donde se nos enseñó que los “santos” eran personas perfectas e inmaculadas como María y como Jesús. Si bien es cierto que en el caso de Jesús es correcto pensar en la perfección, no es así en el caso de todas las demás personas que, por muy espirituales que fuesen, sin duda cometieron errores terribles, el asunto es que se arrepintieron y corrigieron el rumbo justo a tiempo.
El día de hoy Dios quiere hablar profundamente a nuestro corazón, quiere advertirnos de esta espiral decadente que experimentó David cuando comenzó a perder la esperanza de vivir; en primer lugar, la falta de fe ya es un pecado en sí mismo porque dudamos de lo que Dios puede hacer para sacarnos de la situación en la que nos encontramos, David llevaba mucho tiempo huyendo de Saúl y esto le orillo a dudar que algún día pudiese salir de tal situación.
Después de la duda viene una alianza con el enemigo, sea por estrategia o convivencia, David hace tregua con aquellos que años antes había combatido tan valerosamente, después viene lo que yo llamo “el desquite”, David actúa de una manera tan sanguinaria que parecería que busca hacer sentir tan miserables a otros como él mismo se sentía y finalmente miente, puede ser que el motivo de la mentira fuera el correcto porque quería salvar a su familia, a sus seguidores y a sí mismo, pero como hijos de Dios entendemos que una mentira es una mentira y es el punto más delicado de esta espiral de decadencia de fe.
¿Cómo aplicamos esto en nuestra vida? Como hijos de Dios debemos acostumbrarnos a las pruebas, Dios usa las pruebas para ayudarnos a crecer en nuestra fe, pero debemos de tener cuidado de cometer los mismos errores que David cometió, porque de lo contrario lejos de ser una bendición las pruebas pueden convertirse en una verdadera pesadilla. En primer lugar, por más tiempo que haya pasado desde que estas en la prueba, no dudes en que Dios está contigo y de que Él tiene un propósito de salvación para ti, ora y pide a Dios que aumente tu fe, en segundo lugar no hagas treguas con el enemigo, no aceptes la mentira ni el pecado, por muy necesitado que estés no vendas tu santidad y no abras puertas a tus enemigos, en tercer lugar, cuídate de dañar a otros, la amargura es una raíz que, si no la arrancamos pronto, tendrá consecuencias devastadoras en nosotros mismos y en aquellos que nos rodean y finalmente, !no mientas!, ni a tus hermanos ni a ti mismo, cuando algo anda mal debemos aprender a reconocer nuestros errores, nuestra falta de fe y nuestra debilidad, si de verdad quieres salir victorioso de las pruebas te invito a ser sincero contigo mismo, con tus hermanos y delante de Dios.
Comments