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Lepra espiritual.

  • Foto del escritor: Gerry Acuña
    Gerry Acuña
  • 16 jun 2020
  • 6 Min. de lectura

2 Reyes 15:1-7

En tiempos como los que estamos viviendo hoy surgen preguntas como: ¿si Dios existe por que pasa todo esto? ¿Por qué no evita la muerte de tanta gente?, es correcto cuestionarnos algunos asuntos, pero aun en medio de esos cuestionamientos la gente puede comenzar a preguntarse si Dios es real o no y eso en si es un tremendo avance, cuando las cosas marchan bien rara vez las personas se preocupan de la existencia de Dios, es sólo cuando nuestra salud, nuestra economía o nuestra estabilidad se ven afectadas que comenzamos a razonar y a tener una conexión consiente con la realidad de Dios.

I. La lepra es una figura del pecado.

La palabra de Dios nos advierte constantemente de las fatídicas consecuencias del pecado, la mayoría de la gente las ignora porque no tiene repercusiones físicas al instante, pero la devastación espiritual producida a causa del pecado es inmensa, las consecuencias físicas tardan en manifestarse debido a la misericordia de Dios.

Lamentaciones 3:22-33 ¡El fiel amor del Señor nunca se acaba! Sus misericordias jamás terminan. Grande es su fidelidad; sus misericordias son nuevas cada mañana. Me digo: «El Señor es mi herencia, por lo tanto, ¡esperaré en él!». El Señor es bueno con los que dependen de él, con aquellos que lo buscan. Por eso es bueno esperar en silencio la salvación que proviene del Señor. Y es bueno que todos se sometan desde temprana edad al yugo de su disciplina: que se queden solos en silencio bajo las exigencias del Señor. Que se postren rostro en tierra pues quizá por fin haya esperanza. Que vuelvan la otra mejilla a aquellos que los golpean y que acepten los insultos de sus enemigos. Pues el Señor no abandona a nadie para siempre. Aunque trae dolor, también muestra compasión debido a la grandeza de su amor inagotable. Pues él no se complace en herir a la gente o en causarles dolor.

Dios permite que el pecado tenga consecuencias físicas cuando ya nos hemos hecho insensibles a sus consecuencias espirituales, puede que en la primera relación sexual no haya una embarazo o una enfermedad de transmisión sexual, el problema es que el joven cree que la misericordia de Dios le da la pauta para salirse con la suya cada vez que lo vuelva a hacer. Este es un ejemplo, pero ni que decir del adulterio, de la pornografía, de la mentira, del robo, de la estafa, del abuso, de todas esas cosas que en algún momento la tierna voz del Espíritu Santo nos incomoda a hacer, seguimos y seguimos hasta que esa voz se apaga, entonces, necesariamente y por el amor de Dios a nuestras vidas y a nuestro mundo llegan las consecuencias físicas del pecado, para que podamos darnos cuenta del poder destructivo que tiene el pecado, basta con mirar nuestro mundo para darnos una idea tenue de las verdaderas consecuencias del pecado.

Romanos 6:23 Pues la paga que deja el pecado es la muerte, pero el regalo que Dios da es la vida eterna por medio de Cristo Jesús nuestro Señor.

2 Pedro 3:9 En realidad, no es que el Señor sea lento para cumplir su promesa, como algunos piensan. Al contrario, es paciente por amor a ustedes. No quiere que nadie sea destruido; quiere que todos se arrepientan.

Hebreos 12:6-9 Pues el Señor disciplina a los que ama y castiga a todo el que recibe como hijo. Al soportar esta disciplina divina, recuerden que Dios los trata como a sus propios hijos. ¿Acaso alguien oyó hablar de un hijo que nunca fue disciplinado por su padre? Si Dios no los disciplina a ustedes como lo hace con todos sus hijos, quiere decir que ustedes no son verdaderamente sus hijos, sino ilegítimos. Ya que respetábamos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, entonces, ¿acaso no deberíamos someternos aún más a la disciplina del Padre de nuestro espíritu, y así vivir para siempre?

Las consecuencias físicas del pecado nos muestran lo peligroso que es y también nos muestran a un Dios amoroso que nos espera con los brazos abiertos.

II. El pecado nos aísla como personas.

Uzias tuvo que vivir aislado hasta el día de su muerte, ¡nosotros llevábamos tres meses y sentíamos que ya no podíamos más! El pecado es peligroso porque afecta nuestras relaciones personales, y la primera relación que nuestro pecado afecta es nuestra relación con Dios, el pecado nos separa de Dios.

Hebreos 12:14 Esfuércense por vivir en paz con todos y procuren llevar una vida santa, porque los que no son santos no verán al Señor.

El pecado daña nuestras relaciones personales, daña a los que están cerca de nosotros, daña a las personas que mas amamos; el orgullo, la ira, el egoísmo, la avaricia, la lujuria son asesinos silenciosos que muestran su poder destructivo a través de nuestras relaciones y que a menos que nos demos cuenta de nuestra pobre condición estamos destinados a quedarnos solos como lo hizo Uzias. El pecado es un circulo vicioso, el alcohólico y el adicto destruyen su familia a causa de su pecado y en lugar de levantarse y pelear en contra de lo que les está hundiendo, lo usan como pretexto para hudirse más en su pecado. El alcoholismo y la drogadicción son pecados que pueden verse, ¿pero que decir del orgulloso, el arrogante, el avaro y toda la lista de pecados que no se ven? Sin duda que el pecado es como la lepra o el coronavirus, nos aíslan de las personas que más amamos porque las dañamos.

III. Jesús nos limpia de la lepra.

¡Gloriosa salvación que Dios nos ha dado! si me hubiera quedado sólo con las palabras anteriores hubiese sido un sermón muy pesimista, el pecado no es como el coronavirus, el pecado si tiene cura y se llama Jesús, accesible a todo aquel que quiera recibirle, no hay acepción de personas, no se hace distinción por raza o posición económica, todo el que quiera hoy puede beber del antídoto, del agua de vida eterna que es Cristo Jesús.

Juan 7:37 y 38 El último día del festival, el más importante, Jesús se puso de pie y gritó a la multitud: «¡Todo el que tenga sed puede venir a mí! ¡Todo el que crea en mí puede venir y beber! Pues las Escrituras declaran: “De su corazón, brotarán ríos de agua viva”»

La lepra es una enfermedad terrible, fácilmente transmisible e incurable, nadie en su sano juicio se atrevería a tocar a un leproso, solo Jesús vino y abrazo a los leprosos ¡les Dios sanidad! por fin alguien en su desgraciada vida se había atrevido a volverlos a tocar.

Mateo 8:1-4 Al bajar Jesús por la ladera del monte, grandes multitudes lo seguían. De repente, un leproso se le acercó y se arrodilló delante de él. —Señor —dijo el hombre—, si tú quieres, puedes sanarme y dejarme limpio. Jesús extendió la mano y lo tocó.

—Sí quiero —dijo—. ¡Queda sano! Al instante, la lepra desapareció. —No se lo cuentes a nadie —le dijo Jesús—. En cambio, preséntate ante el sacerdote y deja que te examine. Lleva contigo la ofrenda que exige la ley de Moisés a los que son sanados de lepra. Esto será un testimonio público de que has quedado limpio.

No necesitas quedarte sólo o estar al borde de la muerte para poder buscar a Jesús, busca hoy a Jesús, quizá haya alguien aquí que siente que ya ha tocado fondo y que lo ha perdido todo, en Jesús hay esperanza, mientras haya vida hay esperanza, Dios puede hacerte una persona nueva el día de hoy si tu se lo pides, nuestro Dios es experto en dar segundas oportunidades.

2 Corintios 5:16-18 Así que hemos dejado de evaluar a otros desde el punto de vista humano. En un tiempo, pensábamos de Cristo solo desde un punto de vista humano. ¡Qué tan diferente lo conocemos ahora! Esto significa que todo el que pertenece a Cristo se ha convertido en una persona nueva. La vida antigua ha pasado; ¡una nueva vida ha comenzado! Y todo esto es un regalo de Dios, quien nos trajo de vuelta a sí mismo por medio de Cristo. Y Dios nos ha dado la tarea de reconciliar a la gente con él.

Mateo 12:15-21 Pero Jesús sabía lo que ellos tenían en mente. Entonces salió de esa región, y mucha gente lo siguió. Sanó a todos los enfermos de esa multitud, pero les advirtió que no revelaran quién era él. Con eso se cumplió la profecía de Isaías acerca de él: «Miren a mi Siervo, al que he elegido. Él es mi Amado, quien me complace. Pondré mi Espíritu sobre él, y proclamará justicia a las naciones. No peleará ni gritará, ni levantará su voz en público. No aplastará la caña más débil ni apagará una vela que titila. Al final, hará que la justicia salga victoriosa. Y su nombre será la esperanza de todo el mundo».

Amado amigo y hermano, en Cristo hay esperanza aun para el pecador más perdido, deja que Jesús te sane, deja que Cristo te toque hoy.

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