El orgullo humano.
- Gerry Acuña
- 23 jun 2017
- 3 Min. de lectura
I Samuel 28
Alguna vez escuche a una persona decir: “Pastor, las circunstancias me tiran, pero, mi orgullo me levanta”. Hoy meditaremos en el capítulo 28 del primer libro de Samuel, en esta ocasión se nos narra el ocaso del primer rey de Israel, por fin Saúl toca fondo, pero es un ejemplo para todos nosotros, debemos de aprender de su experiencia de vida para no terminar como él.
Saúl se ve envuelto una vez más en problemas con los Filisteos, en esta ocasión Saúl ya no cuenta con los consejos del Sabio Samuel, ni con el apoyo del valiente David, su orgullo, desobediencia y arrogancia lo han debilitado más que nunca, es un error pensar que el orgullo nos hace fuertes, al contrario, no debilita porque debilita nuestra relación con Dios y debilita nuestra relación con otras personas.
Saúl busca a Dios, Dios es un Dios misericordioso y le mostro a Saúl su misericordia una y otra vez, cuando Samuel lo confrontaba y también cuando David le perdonó la vida en dos ocasiones, la misericordia de Dios se manifiesta muchas veces en nuestras vidas como corrección para que no sigamos en nuestros malos caminos, a causa del orgullo, Saúl no responde a estos llamados de Dios, Saúl es el reflejo de aquellos creyentes que buscan a Dios solo cuando tienen problemas, pero que lejos de arrepentirse, se enojan porque Dios no responde de la manera en que ellos quieren que se les responda.
También Saúl es el reflejo de aquellos creyentes que mientras el Pastor o el liderazgo los visita están bien, pero cuando se les deja de visitar entonces vuelven a sus mismas prácticas pecaminosas de antes, Saúl había expulsado a los adivinos y encantadores de en medio del pueblo de Israel, muy seguramente lo hiso más por consejo de Samuel que por convicción, el hecho es que después que Samuel ya no está entonces Saúl va a consultarlos.
En esta ocasión no discutiremos el por qué Samuel se aparece a Saúl después de muerto, algunos comentaristas aseguran que no fue Samuel, sino un demonio el que se le apareció a Saúl y otros dicen que Dios le dio un permiso especial a Samuel para confrontar a Saúl, me gustaría guiar los reflectores más a la respuesta de Saúl cuando Samuel le pregunta porque lo molesta, Saúl responde “Es que Dios se ha apartado de mi”, una vez más, el orgullo hace presencia, !Saúl le echa la culpa a Dios de su pecado! como si dijese: “Dios me obligo a llegar hasta este extremo porque no me responde”, hay personas que estuvieron en el cristianismo que culpan a Dios de sus desdichas, y lo peor aún es que culpan a Dios de su pecado, !que terrible es el orgullo humano! Nos ciega ante la realidad y nos hace irresponsables antes las consecuencias de nuestras propias decisiones.
Mi amado hermano, no hay respuestas fáciles, Saúl buscó consuelo y dirección lejos de la voluntad de Dios y se encontró más desconsolado y confundido que antes, hay hermanos que prefieren regresar al mundo antes que arrepentirse, hay otros que buscan salidas fáciles, que alguien les profetice, que unjan su negocio o su casa, pero cuando les hablan de arrepentimiento entonces se indignan y se van de la iglesia, hagamos una introspección seria en nuestros corazones delante de Dios, ¿te encuentras en una situación difícil y sientes que Dios no te responde? ¿Algo de lo que escribí te perece familiar? Quizá es tiempo de quebrantar nuestros corazones delante de Dios y humillarnos delante de Él en arrepentimiento, dejemos de lado nuestro orgullo humano.
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