Cuando Dios sacude a su pueblo.
- Gerry Acuña
- 22 sept 2017
- 2 Min. de lectura
Ninguno de nosotros somos ignorantes de lo que ha sucedido esta semana en nuestro amado México, fuimos testigos de la mas grande tragedia en nuestro país desde el terremoto de 1985, somos testigos de lo que una calamidad de este tamaño nos hace aflorar como seres humanos, desde los sentimientos y acciones mas nobles, hasta los sentimientos y acciones mas despreciables. ¿Cómo es que debe responder la iglesia ante un evento de esta magnitud? Hay quienes responden con un relativismo extremo en el que dicen que Dios no tiene nada que ver en este fenómeno natural y hay quienes se van a otro extremo de decir que Dios mandó este fenómeno para castigar a México. Un extremo nos hace ignorar la voz de Dios y el otro nos hace presentar a un Dios severo, implacable y falto de amor.
Lo cierto es que la palabra de Dios nos dice que la tierra se estremece ante la voz de Dios; muchos fenómenos naturales han sido provocados por la falta de mayordomía del ser humano, ¿acaso creemos que podemos explotar el petróleo o los mantos acuíferos del subsuelo sin que esto tenga repercusiones? ¿o que podemos contaminar y contribuir con el calentamiento global sin que afecte el clima hasta el grado de formar huracanes nunca antes vistos? El hombre es responsable en muchos casos de su propia calamidad, pero no debemos de ignorar que incluso en medio de estos desastres Dios nos habla.
Dios nos habla y nos hace recordar que lo que vemos y tocamos no es lo mas importante en nuestras vidas, que así como vimos esos grande edificios volverse polvo y morir a muchas personas, de esa misma forma todo lo que vemos algún día llegara a su fin. Nos recuerda que lo mas importante es la vida y el bienestar de nuestros seres queridos, nos recuerda que lo mas importante es ayudarnos y amarnos unos a otros cuando nos encontramos en necesidad, nos recuerda como iglesia que debemos de interceder por nuestra nación, nos recuerda que si estamos vivos y de pie es por gracia de Dios porque no somos mejores que ninguno de nuestros paisanos que perdieron la vida o que perdieron todo su patrimonio en el temblor, nos recuerda que todo por lo que trabajamos y nos afanamos puede desaparecer de un momento a otro, nos recuerda que lo mas seguro que tenemos es nuestra relación con Dios y sobre todo, nos invita a volvernos al Él, a poner en la mesa lo que de verdad tiene valor para nosotros, que el trabajo o los negocios vuelvan a ser una herramienta y no nuestro motivo de vida, que dejemos de lado nuestros ídolos, es decir, todo lo que ha tomado el primer lugar en nuestras vidas en lugar de tener una relación con Dios.
Escuchemos la voz de Dios, ayudemos, amemos, volvámonos a Dios con todo nuestro corazón.
Hebreos 12:25-29
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